lunes, 3 de junio de 2013

Salir del euro



Por Quim Sarriá

Hace unos días acudí a una cena entre amigos, una cena de ex compañeros de fútbol, que llevábamos tiempo sin vernos.
Todo fue bien, encuentros agradables, conversaciones fluidas, recuerdos inolvidables, etc., hasta que al final, al abonar la cuenta tocó a 74 euros cada uno.
Estamos ante una situación que nos golpea tremendamente: 12.312,56 pesetas de las antiguas nos costó a cada uno. 197.001,02 pesetas el montante total de la factura…, no es moco de pavo, es la ruina de la economía familiar.
Hago mía la hipótesis de Joao Ferreira do Amaral -doctor en economía, profesor universitario y antiguo directivo del Ministerio de Finanzas de Portugal- de abandonar el euro.
Hay que abandonar el euro porque es parte del origen de los problemas que tenemos aquí.
La fuerte crisis que tenemos en este país es consecuencia de la entrada en el euro porque no estamos preparados para usar esa moneda tan fuerte que impide ajustar nuestra política monetaria y afecta a nuestra competitividad para equilibrar la balanza comercial.
Estamos alcanzando un paro que bate todos los récords. El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o bien es un optimista iluso o es un perfecto charlatán cuentista al asegurar que dentro de poco veremos el descenso del mismo.
Rajoy se cree que somos tontos, nos dará cifras de la bajada del paro usando un ardid como es el de que en la próxima temporada de verano se necesitará personal para los servicios hoteleros y de restauración, lo que marca unas ocupaciones precarias.
También sacará una carta de la manga con la reducción del paro motivada por la obligación de que los parados trabajen, casi gratuitamente, para la Comunidad de Madrid bajo el chantaje de que no cobrarán el subsidio que vienen percibiendo.
Bueno, volviendo a la necesidad de salir del euro, magnificada la misma por la ya larga duración de la situación que sigue agravándose sin que se perciba mejora alguna, que vemos porque al crearse esa moneda tan fuerte no resulta útil para todos los miembros de la Unión Europea (UE) ante el aumento de la deuda pública y la presión de los mercados financieros.
Existe una imposibilidad de ajustar nuestra política monetaria porque, principalmente, las empresas no pueden luchar contra las de otros países y se centraron en el sector inmobiliario y de servicios.
El recorte de servicios sociales, la subida de impuestos y la estampida hacía arriba de los precios, duras medidas impuestas por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de ayudas y préstamos económicos agrava fuertemente la situación de parte de la mayoría de los ciudadanos de este país.
Realmente, el problema de la moneda única está en la transformación de la Unión Europea en el desarrollo de un proyecto neoliberal demasiado radical.
No es, necesariamente, abandonar la UE sino mantenernos dentro con nuestra propia moneda, como hace el Reino Unido.
Como que estamos ante un panorama, que han tratado de ocultarnos, demasiado desolador agravado por la sensación de que los precios sí que se han europeizados y los salarios no.
Con nuestra propia moneda, evaluada de acuerdo con nuestra capacidad económica, venderíamos más y mejor, con exportaciones abrumadoras y tendríamos menos paro y más bienestar social.

Pero eso implica que tengamos que esforzarnos en condonar cualquier deuda con el sistema financiero que nos sustenta precariamente hoy en día y comenzar de nuevo una andadura por carreteras secundarias de la economía, al estar la autopista totalmente abarrotada por las directrices europeas que nos afectan, principalmente, con productos de terceros países: Marruecos, China, etc.

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