miércoles, 21 de octubre de 2015

REGRESO AL PASADO

Buen día, gente:
Me he reencontrado con una amiga virtual, una amiga que tiene la virtud de ser buena escritora y espléndida lectora y con la que intercambio frases, con y sin sentido, en un marasmo de relaciones aderezadas con citas de autores, filósofos y políticos del Jurásico. Sólo diré que tiene un nombre que empieza por Ino, haciendo uso de la protección de datos.
Desde la perspectiva de esta comunicación virtual veo cosas, en mi mente, en las que nunca he incidido.
Desde que se estrenó "Regreso al futuro" y la fecha en que marcaron ese regreso, han transcurrido un montón de años que, según se mire, no ha hecho avanzar al país. Todo lo contrario, lo están haciendo retroceder a épocas inseguras y represivas.
Mientras el protagonista de la película viene a su futuro, nuestro presente, el país se lanza de cabeza hacía el pasado, aquel oscuro pasado del gallego chaparrito, contradiciendo la brújula que siempre señala al norte.
Está muy claro, clarísimo, que los gobiernos conservadores que ha tenido y tiene el país están embarcados en una máquina que nos conduce al pasado, como si de una máquina del tiempo fuera, la que imaginó Herbert George Wells.
Cuatro millones de españoles, los que componen el sector llamado “pobreza energética”, no pueden pagar la factura de las empresas eléctricas, aunque tenemos un centro comercial para los ‘manitas’, que responde al nombre de exuberante leyenda con que suelen bautizarlo los políticos de turno y donde podremos adquirir unas cuantas velitas, en los “chinos” también, con las que calentar la habitación y de paso alumbrarla con solo extender la mano en la puerta del mencionado centro comercial y conseguir 20 céntimos para comprarlas.
Esto significa que estamos retrocediendo en poder adquisitivo hacia aquellos años en que los hogares usaban métodos tradicionales para calentarse dados los precios estelares (del espacio) de las citadas facturas. El país es el único de toda Europa que tiene el precio de la electricidad mucho más alto de todos.
Lo más evidente de este retroceso al pasado está en los pequeños talleres de los remendones, con colas largas de esas llamadas ‘de vuelta a la esquina’, a pesar de que en los “chinos” hayan zapatos de 6 euros.
En el ‘manifestódromo’ del país, Madrid, pasaron cerca de 4.000 manifestaciones de todo tipo, con la presión a los y el cabreo de los ciudadanos en aumento. La presión se nota porque el parque policial ha adquirido por 500.000 euros un camión con cañón de agua para reprimir manifestaciones en atención a la dinámica social de estos tiempos.
Eso nos lleva, en la imaginaria máquina de Herbert George Wells, a aquellos años de revueltas de estudiantes a los que perseguían un ejército de marrones, recién suprimido el gris, y cuando las libertades eran más transigentes que en este futuro-presente con esa Ley Mordaza, probablemente sustituta de aquella Ley de Vagos y Maleantes.
En aquellos años de vítores y exaltaciones patrióticas por la recién inaugurada, hoy inexistente, democracia, más de tercio y medio de españolas acudían a Londres para abortar y ahora en pleno siglo XXI, después de que la Ley del Aborto de Fernández Ordoñez lo hiciera legal, la liquidan de un plumazo y obligarán, si no se remedia, a que miles de españolas embarazadas vuelvan a viajar de manera clandestina a Londres o países cuyos dirigentes sean menos fanáticos que los de éste vapuleado país.
Ya es una realidad el sometimiento de los ciudadanos, apoyando esa realidad con la caída de los salarios a niveles lejanos del pasado, con lo que calentar las habitaciones con velas y recibir cañonazos de agua no serán incidentes asilados…

En fin, la vida sigue y yo también, mirando de vez en cuando a mi alrededor por si descubro un atisbo de la Ley Mordaza agazapada tras cualquier seto.


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