viernes, 14 de enero de 2011

PARECE QUE VIVO EN EL PRÍNCIPE

Publicado en "El Pueblo de Ceuta"

La jubilación parcial, la que tengo actualmente, parece que va a ser erradicada por el gobierno socialista. Pero no creo que llegue a afectarme, que me quiten lo “bailao”, porque ahora es el último tramo que me queda.
Ahora estoy trabajando, el 15% que me corresponde en 2011, y los desplazamientos que realizo a mi puesto de trabajo, suelo hacerlo en el autocar Mataró-Barcelona que lleva el letrero C-1, suele ir atestado de empleados.
Lo bueno de estos desplazamientos es que puedo leer “La Vanguardia” que el conductor entrega gratuitamente a los más madrugadores… porque a partir de las 7:30 ya no quedan.
Bueno, en Mataró hay un barrio que se llama Rocafonda y al que suelo acudir porque desgraciadamente, y digo desgraciadamente, tiene su estudio fotográfico un amigo mío y con el que suelo colaborar haciendo retratos dibujados de gente.
Pues bien, cada vez que accedo a ese barrio me parece estar entrando en la barriada de El Príncipe de Ceuta. Todos sus habitantes son moros y moras, entre los que se mezclan algunos negros, perdón subsaharianos. Los catalanes son escasos.
Y para no perder el sabor, olor y puesta en escena, los líos sociales son tremendos.
El pasado martes, para no ir más lejos, una trifulca retrató el conjunto de acciones que se producen cotidianamente en ese barrio.
La grúa municipal acudió, avisada, a retirar un coche que estaba aparcado en doble fila, en una calle de dos direcciones extremadamente estrecha, y nada más enganchar al vehículo infractor, una marabunta de gente le rodeó ponioendo en peligro su integridad física. Entre gritos y silbidos apareció el propietario del vehículo, un marroquí inmenso, joven de gran estatura.
Gritando como un energúmeno, agarró al pobre empleado municipal y le exigió con gritos y aspavientos que soltara su coche.
Por suerte el de la grúa no estaba solo. Le acompañaba un agente de la policía local que fue el que le avisó. Este dio aviso al cuartelillo y de inmediato se presentaron varios agentes de la policía local.
No fueron suficientes. Tuvieron que llamar a los Mossos d’Esquadra, la policía catalana, y se presentaron varias patrullas con policías de paisanos, conocidos como los antidisturbios invisibles, con cascos de motorista.
Para reducir al gigante marroquí, que pegaba puñetazos a todo policía gritando y gesticulando como nunca he visto en un ser humano, tuvieron que emplear la fuerza bruta de tres Mossos, mientras el resto contenía a la multitud que amenazaba entrar en batalla. Los gritos y silbidos arrecieron, alcanzando el paroxismo cuando metieron al propietario del vehículo en la furgoneta.
Por suerte la cosa no pasó a mayores.
Ya es la quindécima vez que los moros se saltan las más sencillas normas de convivencia social y por lo visto no pararán.
Lo bueno de ese día fue que pude conocer y saludar a la primera niña nacida del 2011 en España, en Mataró, Jasmine. Felicité a sus padres, marroquís residentes en el barrio Rocafonda, deseándoles suerte en la vida y lamentando que hubiera venido al mundo justamente quince minutos después de que se cerrara el ciclo de los cheques-bebé de 2.500 euros. Me aseguraron que habían intentado que naciera dentro de los últimos minutos del 2010.
Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, recibieron muchos regalos de las autoridades locales.
En fin, como ya escribo antes, este barrio es idéntico a El Príncipe. Con sus grupos de gente reunidos en plazoletas, portales, etc. Tiendas a porrillo que bufan el característico olor de los corderos descuartizados en desordenada mezcla con otros productos…
¿Sigo en Ceuta?, pronto regresaré. Cuando acabe la jubilación parcial.
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