domingo, 4 de marzo de 2012

NO SIEMPRE ES FÁCIL CENAR CON VICENTE DEL BOSQUE

Un sábado corriente en que el cielo, por la tarde, permitió que alguna nube loca se deshidratara soltando un poco de agua, tacañamente, y mojando un pequeño trozo de Catalunya, tan brevemente que a los pocos minutos recuperó, la nube, el agua soltada, evaporándola y secando ese pequeño trozo.de la tierra que ha sido mi residencia durante largos años de destierro sentimental.

Con esta corta descripción del tiempo reinante, me preparo para asistir a la Cena de Gala que organiza la Federación de Casas Regionales y Entidades Culturales de Catalunya, como cada año por estas fechas, y con el aliciente de que se otorgaría un galardón a la Casa de Ceuta en Barcelona por su trayectoria conocida por todos.

Lo que no me esperaba, al llegar al cosmopolita Hotel Fira Barcelona, totalmente copado por los asistentes a la exposiciones y congresos que regularmente se celebran en el recito ferial cercano de Montjuic, era encontrarme con un personaje tan enorme, grande y lúcido del mundo futbolístico.

Rafa Corral, el presidente de la Casa, no me dijo absolutamente nada de esto y de ahí mi sorpresa de encontrarme con mi amigo, porque amigo veraz lo es y al que me une otros lazos que no son meramente deportivos, el hombre que llevó a España conseguir el título de Campeón del Mundo: Vicente del Bosque González.

El Marqués del Bosque, salmantino él, tres años más joven que yo, resulta ser un hombre al que la fama no se le ha subido a la coronilla.

Campechano y jovial, no duda en levantarse, con sus 1,84 metros de ‘altitud’, del sillón desde el que presenciaba el partido Barça-Gijón, mientras espera el comienzo de la cena de gala, para saludarme con todo el cariño del que es capaz de desprenderse.

Si piensan que yo tenía una oportunidad de hacerle una especie de entrevista… olvídense, porque a los pocos minutos se vio rodeado de tanta gente, asistentes a la cena, que su mirada me dio la consigna que ello sería imposible.

Tenía que pagar, Vicente, el tributo casi obligatorio de todo famoso.

Ya dentro de los actos, que narro en la correspondiente Crónica de Ceuta en Barcelona y en otro lugar de éste periódico, destacó el afán de nuestro amigo Julio Ríos Gavira, presidente de la Federación organizadora del acto, porque todo siguiera el guión establecido de manera impecable.

Por eso, por el celo de Julio, caballa donde los haya, el acto transcurrió con toda normalidad, porque normal es que Vicente del Bosque se vea agobiado, en todo momento, por el alud de peticiones de autógrafos de los asistentes.
Tan agobiado se encontraba, aunque por su temple no lo demostraba, que apenas me permitió, no él si no los demás, entablar una conversación siquiera corta.

Prueba de ello está en que la guapa y monumental presentadora de TV, que quería entrevistarle, casi se tiraba de los pelos esperando la oportunidad de ‘cazarlo’. Aguantó, la chica acompañada por el cámara, más de cinco horas a pie de cañón sin conseguir disparar, siquiera, una salva.

Cuando me fui, aún esperaba nerviosa.

Me despido de Vicente del Bosque pidiéndole mandara recuerdos a una persona que sólo él sabe… pero los caballas, ceutíes de toda la vida, presentes en el acto insistieron tanto en que les fotografiara con el seleccionador que no tuve más remedio que aguantar media hora más gastándome el dedo medio en el disparador mientras el índice hacía girar el diafragma.

Bastante cansado, porque no estoy recuperado totalmente, me pierdo en la húmeda noche barcelonesa mientras Vicente del Bosque continúa enterrado en un marasmo humano suplicante de su firma.

No dejo de olvidar mi encuentro con amigos como Jordi Hereu, ex alcalde de Barcelona, Davíd Escudé, presidente del Consell Municipal, Arturo Fernández Díaz, jefe del PP barcelonés y hermano de Jorge, el ‘duro’ ministro de Interior.



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