Por Quim Sarriá
Con el tiempo haciéndonos malas pasadas, con sus cambios
caprichosos y sus ganas de fastidiar… no nos extraña que en nuestro país ocurran
tantas cosas que me recuerdan, como una repetición, otras cosas ocurridas en el
siglo pasado. En los años 30 concretamente.
Aunque realmente no sólo es en nuestro país donde ocurren
esas cosas que suelen ocurrir.
El mundo entero anda como una olla a presión, cuya válvula
está a punto de dispararse a las alturas, como esos misiles que el marioneta
loco de Kim Joung-un apunta a los
EE.UU de América como si fuera un petardo de las Fallas valencianas.
Desde lejos se nota que es un farol del coreano: pretende
meter miedo a la comunidad internacional para que le haga concesiones.
Aunque cualquiera sabe con ese niño caprichoso y mimado,
presidente de un país donde los niños nacen con una bala debajo del brazo.
Otro país que anda un poco convulsionado, Venezuela, con un
candidato que dice haber oído a Chaves, transformado en pajarito, decirle
sandeces como sólo el extinto sabe.
No nos extraña cuando en el continente suramericano existen
bandadas de ‘santeros’, ‘magos del vudú’ y demás comecocos.
Pero volvamos a nuestro país.
La situación político-social de nuestro país está ya a un
nivel desastroso después de las últimas noticias aparecidas en los medios de
comunicación, noticias que ha hecho decir al presidente de la Comunidad de
Madrid que tiene que volver la censura, aunque con otras palabras.
Sólo hay que leer en los periódicos y oír en la tele la
enorme diferencia entre bandos políticos, periodistas y presentadores
televisivos, además de los locutores de radio, la enorme contradicción de las
informaciones. Capaces de marear al más pintado ajeno a esos chanchullos.
Que sí, que no, la infanta imputada y que siga lloviendo
chaparrones.
El sensacionalismo reina por doquier.
Hasta los jefes del juez Castro le habrán dicho “… tío, ¡cómo te has pasado!”.
Estas cosas no deberían ser nutrientes de la prensa abusona
de rumores. Deberían tomarlas con sentido común y ética periodística, más que
nada por la imagen del país ante el exterior.
Aunque algunas actuaciones de nuestro rey, de esa llamada Princesa
Corinna –supuesta ‘amiga’ del rey- y
sus escándalos, la herencia de don Juan y la imputación de la infanta Cristina
son demasiados líos para que miremos con tranquilidad al heredero y que lo
sitúa en una posición bastante delicada.
Aconsejaría, humildemente, a nuestro rey que se jubile y no
siga los últimos pasos de su antecesor en la Jefatura del Estado, con la
altamente lamentable imagen en el lecho de la muerte en el recuerdo.
Que ceda el trono a su hijo al que veo capaz de resolver los
entuertos de manera lógica.
Majestad, su hijo ya tiene 45 años y es hora de que S.M. se
vaya a descansar.
No nos ofrezca la imagen de tener un rey que, aparte de dar
alegría al sector de discapacitados del país, ande por ahí con muletas y demás.
Es una imagen muy desalentadora y triste.
Solo una advertencia, Majestad, el pueblo está muy preparado
para el cambio de titular y… para una república.
No menosprecie a la ciudadanía, lo mismo digo para los políticos
actuales que nos gobiernan, porque ya tenemos las venas hinchadas y la
situación actual no da para más.
Ya lo escribí en un artículo de meses pasados; ya advertí
sobre las maneras de este Gobierno pepero… ahora toca apechugar con lo que ha
venido y con lo que vendrá.
Aunque tengamos las venas hinchadas de impotencia y rabia.
¿Por qué no luchamos, realmente, por nuestros derechos?
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