Las Notas del Quim
Buen día, gente:
Hoy el levante está de mal
humor, al menos así lo veo en las playas frente a mi casa. Sopla de manera
variable, entre fuerte y suave, pero deja el mar como las montañas de
Capadocia, lo que hace que sea un día más que no vamos a la playa después de
ver en TV la noticia de los 280 muertos ahogados.
Hablemos de los impuestos y
tasas.
Corre por ahí un dicho
bastante conocido: “La banca (el Estado) siempre gana”. Es el principio que se
quiere imponer cuando se declara la inconstitucionalidad de una ley o norma
incompatible con el Derecho democrático y que suele amparar a los legisladores
con pocos escrúpulos y que hace que el Estado legisle como quiera a sabiendas
que es antidemocrático y de que si es condenado serán otros los que paguen las
consecuencias.
El ejemplo está en las tasas
judiciales implementadas por Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez, ley 10/2012, y que
han sido declaradas inconstitucionales por el propio Tribunal Constitucional.
Pero… ¿qué pasa con el dinero
recaudado hasta entonces?, pues, señoras y señores, que se ha esfumado, así
simplemente.
NI el Gobierno tiene intención
de devolver esas tasas ni tiene intención de usarlo para mejorar el servicio
público de la justicia gratuita.
Esto tiene una denominación:
corrupción. Una más en el haber del PP, quieran que no, por cuanto quedarán
archivados cuantas acciones se realicen a partir del momento en que el TC
emitiera esa sentencia.
Una sentencia muy abstracta
por cuanto manifiestan desde el mismo que quienes la pagaron en su momento
tenía capacidad económica para ello y que por tanto no vieron vulnerados sus
derechos fundamentales…, esto se convierte en un argumento por consistente por
cuanto pudiera ser que los perjudicados, algunos, hubieran pedido un crédito…
No sigo por ahí ya que muchos
de ustedes notarán tamaña perogrullada en el tema de impuestos y tasas, como la
de las Universidades, solo queda volver a preguntar ¿Dónde está el dinero
correspondiente a estos impuestos y a estas tasas?
Me imagino yo siendo el ‘Señor
Feudal de Ceuta’ y viviendo entre los siglos IX y XV, como tal exigiendo a mis vasallos
y a mis esclavos el abono de impuestos y tasas para que yo pudiera vivir a todo
tren, aunque en aquellos tiempos no existía el tren, y asegurándoles que
velaría por sus vidas y sus tierras que en realidad son mías, todas las vidas y
todas las tierras.
Con el cuento de que eran
hombres libres (los vasallos) y les concedía un bien (el feudo) mediante una
ceremonia codificada que representa el contrato sinalagmático, que quiere decir
de obligaciones recíprocas, entendido como unidad socio-económica o de
producción, se establecían relaciones de muy distinta naturaleza en la que yo
extraía algo más de los excedentes productivos de mis vasallos, con lo que
tenía para vivir largos años sin mover un dedo como no sea para recoger las bolsas
de los beneficios…
¡Plop!, despierto del sueño y
miro a mi alrededor. Afuera el sol pica lo suyo y el levante sopla también lo
suyo. El mar, al menos frente a mi terraza, levanta espumarajos como si
estuviera cabreado. He despertado de este sueño con la sensación de que no ha
servido para nada, además de que en Ceuta no existe producción alguna con la
que hacerme rico a base de impuestos en el aspecto socio-económico antes
explicado… decididamente, si se celebran elecciones por tercera vez me
presentaré a político, dicen que se vive muy bien.
En fin, la vida sigue y yo
también, con la esperanza de hacerme millonario dando cabezaditas en el
Congreso o jugando al Pokémon Go por los pasillos del mismo y encontrarlos en
forma de bolsas o sobres de dinero desperdigados por distraídos y olvidadizos
peperos.
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