ESCRITOS DURANTE EL CAMINO
Buen día, gente.
Ya saben ustedes, queridos e hipotéticos lectores, que suelo
ser muy amante de los viajes, siempre disfruto viajando y ahora más aún que me
voy acercando a una edad en la que pronto se pondrán límites a los mismos.
Pronto tendré que hacerlo con el IMSERSO.
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El catamarán de la Trasmediterránea "Millenium 2" entrando en el atraque. |
El pasado miércoles he cogido la moto, el buen tiempo me
daba oportunidad, y me he largado a Algeciras para coger el ‘Millenium Dos’
rumbo a Ceuta.
El catamarán de la Trasmediterránea, bastante viejo ya,
sigue cruzando el Estrecho de Gibraltar, en una hora exactamente, como si
hubiera sido botado el día anterior.
He preferido sacrificar la comodidad del coche por la moto
como si fuera una silla de ruedas, porque mi pierna no aguanta andar más de 50
metros.
Me he alojado en el hotel Tryp, de la Gran Vía mientras la
moto descansa en el garaje. Ya tiene sus buenos nueve años pero sigue prestando
servicio de manera fenomenal (con decir que el viaje ida y vuelta a Algeciras
me ha costado menos de 10 euros, creo haberlo dicho todo) y luego me ha servido
para recorrer mi ciudad natal sin forzar mi maltrecha pierna.
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El Hotel Tryp, en la Gran Vía |
Este hotel me trajo ingratos recuerdos después de haber
cenado y encima me los dio en ese momento. Para empezar, la lámpara de la
habitación se fundió a las primeras de cambio, luego la “alcachofa” de la ducha
se desprendió… para acabar con una cena estrepitosa que me hizo devolver la
comida.
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La casa de los dragones, cuando vivía en mi ciudad
no existían los dragones |
Lo único bueno del mismo era ver al hijo de un viejo amigo,
que trabaja en el restaurante del hotel, y que era el propietario de un
magnífico bar-restaurante ubicado frente al piso que tenía en Ceuta, en la
calle Marina, en donde vivimos durante cerca de dos años (2007-08), pero que
tuvimos que dejar porque mi mujer no soportaba los repetidos y frecuentes
viajes a la península los fines de semana, todo porque un día el buque de
Balearia cruzó el Estrecho en pleno temporal. Las subidas y bajadas y el
tremendo bamboleo al compás de las olas, finalizó con la decisión de ella de no
volver a embarcar, ni a Ceuta.
Ceuta está totalmente cambiada, principalmente en el centro
donde los del PP se han volcado en el aspecto urbanístico de sus calles, creo
para joder a los conductores, cambiando el sentido en algunas y cerrando otras
al paso de los vehículos.
El extrarradio de la ciudad sigue descuidado y cada
vez más lleno de moros, familias enteras de musulmanes que copan casi todas las
edificaciones, menos en el centro. En ese momento, una brigada estaba
desmontando la parafernalia de las pasadas fiestas navideñas y que por su
diseño representaban una enorme y alargada catedral. Distraído pregunté a uno
de los trabajadores si estaba preparando la visita del Papa, me responde que es
lo contrario, la están desmontando para que no venga el Papa.
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Monolito al 'Convoy de la Victoria', donde se aprecia el
lugar donde estaban las huellas de Franco, hoy borradas. |
Subo al monte Hacho, en el lugar donde se encuentra la Ermita de San Antonio y descubro que los símbolos franquistas han desaparecido, desde el mástil del "Cañonero Dato" hasta el monolito en recuerdo del 'Convoy de la Victoria' franquista. Las huellas de las botas del dictador, que se encontraban marcadas al pie de este monolito han sido rellenadas con cemento y ya no están.
Aunque aún existen muchas calles en la ciudad con nombres fascistas, veo que poco a poco van desapareciendo gracias a la Memoria Histórica, aunque es una ciudad que aún maniene una costumbre que perdura desde los tiempos del franquismo.
No me extraña que el reino alauita haya desembolsado más de
un millón de euros para el cuidado y mantenimiento de las mezquitas que pululan
por la ciudad, cada vez más, con la meta final de quedársela definitivamente
para su país, Marruecos.
Al día siguiente, jueves, mantengo una reunión con el
director–gerente de «El Pueblo de Ceuta», Ángel
Muñoz, para resolver o finiquitar ciertas cuestiones. Me ha respondido que
a mediados de febrero me dará una respuesta definitiva, le he asegurado que
hasta entonces no volveré a enviarle artículos de opinión. Me sobra y basta con
mi blog.
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Reduán, fotógrafo de El Pueblo de Ceuta y buen amigo |
Por pura casualidad me he encontrado con un antiguo vecino
de la que fue mi casa, Juan Carlos
Bringas, que es como un hermano para mí, aunque haya sido más amigo de mi
hermano Paco (qepd) por afinidad de
edad.
Hemos hablado de los motivos por los que me encuentro en la
ciudad y me ha asegurado que intermediará en caso de que no se cumpla lo que
esperaba del periódico. Es socialista de toda la vida y se mostró bastante
mosqueado por mis opiniones atacando al partido, pero ahí quedó la cosa.
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El té moruno que nunca dejo de tomar cuando voy a mi ciudad natal. |
La ciudad está muy triste y llena de ancianos y moros que
pasan el tiempo sentados en las plazas, en las terrazas de los bares, cosa que les hace envejecer más
rápidamente, algunos conocidos míos y antiguos compañeros de clase y de
correrías, de mi misma edad más o menos, parecen diez años mayores de lo que
son.
He subido al Palacio de la Asamblea, con intención de
saludar a Juan Jesús Vivas Lara
(PP), presidente de la Ciudad Autónoma, pero estaba reunido. Al bajar a la
calle me encuentro con el cronista oficial de la ciudad, José Luis Gómez Barceló, y nos abrazamos con efusión, charlamos un
cortito tiempo y seguimos con nuestras cosas cada uno por su lado.
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La piscina del C. N. Caballa, de la fui socio en mi juventud, enmarcada en
el conjunto de las Murallas Reales y al lado del foso. |
Me saludan muchos conocidos, algunos con la sorpresa pintada
en su cara al verme en la ciudad, otros me preguntan que donde vivo ahora.
También he visitado a familiares, de los pocos que quedan ya en la ciudad, que
se alegraron mucho al verme de nuevo.
Algunos conocidos y amigos me invitan a cerveza y me paso
horas yendo de bar en bar y comiendo exquisitas tapas que siempre adjuntan a
las bebidas, creo que habré engordado cuatro kilos a juzgar de cómo se me
hinchaba la barriga, menos mal que solo fueron dos días porque si me quedaba
más tiempo no sé como quedaría.
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Una de mis tapas preferidas, las hay en gran cantidad y todas buenísimas,
es la formada por lomo escarchado con cebolla dulce. |
Tengo pensado regresar a mi casa esa misma noche del jueves,
con la última salida del catamarán, las 22:30, pero antes me he puesto en
contacto con mi sobrina Nuria y
quedamos en vernos en una de las plazas más importantes de la ciudad, de
añorados recuerdos, la Plaza de los Reyes, y nos hemos encontrado en la terraza
de uno de los bares existentes en la zona. Está guapísima y muy estilizada por
lo que aparenta muchísima menos edad de la que realmente tiene.
Charlamos largo
y tendido como si fuéramos confidentes de toda la vida y eso que no la veía desde
hace por lo menos treinta y pico de años.
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El foso de San Felipe y las Murallas Reales
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Para mi mala suerte, el tiempo ha empeorado de manera
alarmante y mi sobrina me ha convencido que me quede esa noche en casa de una
vecina suya, de nombre Encarni y
magnífica persona, que alquila habitaciones. He mirado el cielo y al mismo
tiempo cinco gotas de lluvia me golpean la cara… decido quedarme esa noche
confiando que al día siguiente cogería el barco en mejores condiciones
climáticas.
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El Edificio Trujillo, el más emblemático de la ciudad, justo al lado, en la Marina,
tuve mi casa cuando decidí volver a mi ciudad natal despues de jubilarme. |
He cenado invitado por mi sobrina, en cuya casa he conocido
a su marido cuyo rostro no me es desconocido, supongo que es el recuerdo de su
padre con el que creo jugué al fútbol allá en mi juventud. Tiene dos hijos, la
chica preciosa, Lucía, un poco mayor
que mi hijo Eloy y el chico muy
guapo, Carlos como el padre, y con el
que he hecho buenas migas. Antes hemos visitado a Teresa Verdugo, la madre y a la que conozco desde que era un
adolescente, viuda de mi tocayo y primo-hermano Joaquín Sarria Pérez (qepd) del que tengo muy gratos recuerdos y
con cuyo hermano Pepe (de los nueve
hermanos solo quedan cuatro: Paquita, Pepe, Bernabé y Manolo) y que sigue
viviendo donde siempre, he hablado con él un rato. En la casa materna estaba la
hermana mayor de Nuria, también Teresa como la madre, actualmente vive
en Estepona, y su marido.
Pasamos un rato muy agradable recordando pasajes de nuestras
vidas. Antes de despedirnos, la familia me ayudo para que no me mojara con la
lluvia… me confeccionaron con una bolsa de plástico un impermeable, quedó
estupendo.
Después de la cena, hemos ido a la casa de la vecina, Encarni, donde hemos charlado de un
montón de temas y las horas pasaron volando.
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La bahía norte, con el puerto y la sierra de Beiones al fondo. |
A la mañana siguiente, con lluvia, salí dirección puerto,
eran las 7:20 y parecía que no mejoraría el tiempo. Todo mojado llegue a la
terminal portuaria y para mi cabreo el catamarán salía a las 9:45. Deambulé por
la terminal y a las 9:15 desayuné en el bar de la zona de pre embarque y acto
seguido salí para enfilar la zona de embarque de vehículos donde me dieron la
correspondiente tarjeta. En el control policial me registraron de pies a cabeza
sin ningún problema, y proseguí hasta la cuerda que detenía a los vehículos a
embarcar. Esperé un rato y luego embarqué con la moto sin ningún otro
contratiempo. Afuera seguía lloviendo.
Acomodado frente a la gran cristalera de proa cruzamos el
Estrecho cuyas aguas iban moviendo el barco en un vaivén demoledor, menos mal
que ya estoy bastante acostumbrado al mar y no me mareé como los otros
pasajeros, una mujer musulmana devolvió un pestilente contenido estomacal que me
hizo alejarme bastante y un niño pequeño, de unos tres años y también musulmán,
que estaba jugando en la cubierta casi se caía de cabeza por las escaleras a la
planta baja del buque, se salvó porque lo agarré de inmediato antes de que
cayera.
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El Peñón de Gibraltar al fondo, tiene una imágen muy diferente según se ve
desde Algeciras o desde Ceuta. |
Entretanto dejó de llover y entonces me dí cuenta de que el
móvil me lo había dejado en casa de Encarni,
enchufado en la cocina para que se cargara la batería.
Llegamos a Algeciras tras una hora de viaje que se me hizo
larga, observando cómo el Peñón de Gibraltar subía y bajaba como en una
película catastrófica de tsunamis.
Salí del puerto algecireño sin problemas y enfilé
directamente la autovía que me llevaría a Fuengirola, donde llegué sin mojarme
en absoluto, pues no llovió en los 105 kilómetros el recorrido, y en una hora
pude abrazar a mi mujer que andaba preocupada por mi viaje en moto, ya que a mi
edad es difícil que los ancianos lo hagan.
Durante la travesía había meditado si visitaba a mis viejos
conocidos de Algeciras, pero como las nubes amenazaban jugarme una mala pasada,
decidí dejar la visita para otra ocasión…
En fin, la vida sigue y yo también, confiando en repetir
esta experiencia de viajar con la moto hasta que mis fuerzas fallen.
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