martes, 10 de mayo de 2011

LAS REDES SOCIALES Y LOS COMENTARIOS

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Publicado en "El Pueblo de Ceuta"

Regreso de una aventura mareante con el cuerpo pidiendo a gritos una cama tipo hamaca.
Hemos estado de gira, soltando discursos y prometiendo cosas que, estamos seguros, no podremos cumplir.
Pero así es la política.
Con las ganas que tenemos que nos voten el resto de ciudadanos y en cuya montaña de papeletas podremos subirnos bien alto consiguiendo, con ello, algún puesto apetecible en la administración local o autonómica por unos cuatro años, si antes no nos botan por ineptos, somos capaces de prometer que todo lo que tocamos lo convertimos en oro.
Bueno, no es realmente que haya estado de gira en plan estelar político, más bien como guionista en plan sacarina. O sea light.
Aprovechando que recalamos en las cercanías de Salou (Tarragona), hicimos una visita a un parque temático, si entendemos por temático una feria permanente, para tomarnos un baño en aguas desagradablemente frías, seguimos dentro de la tendencia del 40 de mayo sin quitarnos el sayo, recorrimos después el parque.

Por eso digo lo de aventura mareante. Me obligaron a subir a unos cacharros que te ponen la cabeza donde suelen estar los pies. Eso de ir a toda velocidad, con el aire deformándote la cara hasta límites inverosímiles y mirando, desde una perspectiva alienígena descontrolada, el giro de la madre tierra y su contenido… no está hecho para mí. Prefiero un paseo en bote por el estanque del Retiro madrileño.
Bueno, soy un esclavo del PC, lo confieso sin sentimiento de vergüenza, y paso horas y horas ante el teclado. Desde que se inventaron los ordenadores (computadoras en el mundo americano) en la prehistoria, no paro de estar ante la pantalla. Ya sea tanto por mi labor profesional como la doméstica.
En ésta historia, la de los ordenadores, cabe destacar el enorme impulso hacia arriba que han sufrido las redes sociales, sufrido es un decir, y ello implica que muchos nos tomemos libertades que de otra manera sería imposible de soltar.
Creo, y creo bien, que en nuestro país existe un concepto bien definido sobre la libertad de opinión y de expresión. No como en los estados americanos, tanto del norte como del sur, en los que se persigue furibundamente cualquier comentario en contra de lo mantenido hipócrita y conservadoramente por los mandamases.
En las redes sociales, en las que incluyo la prensa digital que por algo es una red, suelen haber comentarios de lectores con vena de escritores. Unos por la vertiente cómica y otros por la crítica atroz, siendo el resto, o sea la masa, de la vertiente inane.
Suele ocurrir que algún lector digital se pase, con mucho, de la raya marcada por el decoro y la prudencia en sus comentarios. Eso produce, al que va dirigido el comentario, un exceso de bilis que se transforma en una expresión rabiosa, aunque nadie lo está mirando en ese momento, y entonces ocurre una de las dos cosas: o bien borra el comentario obsceno, para él, o bien salta como león enjaulado que encuentra la puerta abierta y pretende comerse a todo el mundo.
Sea cierto o no el contenido de tal comentario, no es más que la opinión personal del que lo hace y se le puede responder, evidentemente, con las razones que quiera.
Todos los que utilizan las redes de Internet tienen la potestad de aceptar o no la inclusión de comentarios ajenos y por tanto, solo él es el responsable de que se publique o no… pero de ahí a meter cizaña judicial, con el único fin de sacar provecho del asunto (o sea ganar dinero a espuertas por medio de métodos más bien de dictadorzuelos) hay un buen trecho.
Con exigirle al comentarista que rectifique el error, intencionado o no, creo que sería suficiente, pero en todo caso es responsabilidad del administrador de la página por haber aceptado un comentario impropio.
Que se lo pregunten al rey. Ofendido no se siente porque no se da como aludido.
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