domingo, 19 de febrero de 2012

¿VENDRÁN TIEMPOS DE CAOS?

Mientras me doy un paseo por el arenal de la playa cercana a mi casa, en el Maresme (pronúnciese Maresma, cosa de los catalanes), un par de gaviotas revolotean sobre mi cabeza, supongo que en espera les indique dónde encontrar comida dada la mudez de su compañera estática que configura el emblema pepero. 
La situación social española, que empieza a ser caótica, con el crecimiento de la protesta contra la reforma laboral emanada de la acumulación de poder institucional, el más importante de un partido en democracia, con mayoría absoluta en el Parlamento, en el Senado y en la mayoría de las comunidades autónomas, puede deparar muchas desagradables situaciones si se llevan a cabo esta y otras decisiones políticas unilaterales.
Estoy de acuerdo en considerar esta reforma política como un incruento ataque al modelo social que consagra nuestra Constitución.
La convocatoria que están haciendo los sindicatos y las fuerzas políticas de izquierdas para celebrar manifestaciones contra esa reforma laboral solo conduciría a una mayor represión por parte del poder institucional, desmesurado gracias a millones de electores que se abstuvieron de acudir a las urnas y con ello entregar al PP todo el poder y que muchos deben estar arrepentidos, a través de unos cuerpos de seguridad antidisturbios –con más represión que seguridad- cada día más agresivos contra la indefensión de la gente.
Estoy de acuerdo, también, con que se deben regular los sindicatos –en el aspecto económico que no en el de lucha- y evitar que los aprovechados de turno se auto concedan sueldos de escándalo.
Pero no en la forma en que lo manda el decreto de la reforma laboral.
Eso es dejar a los trabajadores inermes ante la avalancha de despidos que hará la patronal a su libre albedrío.
Por otro lado, a las actitudes de los políticos peperos –hinchados de orgullo y vanidad- se le une la de los empresarios representantes de otros empresarios. Esa demostración de desprecio hacia los trabajadores (risas ante las cámaras de televisión con comentarios bastante desvergonzados), solo puede traer la imagen de aquellos déspotas del siglo XIX.
Pediría, si fuera posible, a Mariano Rajoy que apartara de una vez por todas a ese señor del bigote a lo “gürtel” y que responde al apellido Ansar, según Bush, de su lado y del lado del partido y lo enmarcara, con honores eso sí, en el marco de la historia pepera situándolo en el museo de los recuerdos.
La rabia y los deseos de venganza están patentes en el rostro de ese señor del bigote a lo “gürtel” y no es menester que ande merodeando por ahí y sembrando cizaña. El momento no es adecuado.
No hablaré de la desvergonzada actitud de su parienta. Basta con mostrar los vídeos en los que maldecía a los del 15-M con las actuales declaraciones con vistas a la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020… como si creyera perpetuarse en el cargo.
Como si fuera Nefertiti, aunque un poco más radical.
Obvio es que se está produciendo un cambio.
Nos están convirtiendo al país en un Estado policial y, mientras, quién dijo que la Ley es igual para todos debe estar descojonándose de risa.
Pido a los sindicatos, también, que tengan cuidado con lo que hacen. Es muy del PP hacer real el dicho ‘divide y vencerás’, así que cuidado con los enfrentamientos entre ellos mismos y contra los trabajadores del signo que sean. Que no os pasen la patata caliente.
Aunque los sindicatos hayan hecho cosas muy malas, que les han machacado con el descrédito, no es momento de pensar en ello. Es momento de ir contra esa reforma laboral injusta, innecesaria y creadora de más paro.


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