viernes, 2 de septiembre de 2011

ANCIANIDAD


Han transcurrido 18 años desde que recibí de manos de Juan Carlos I, rey de España, el Premio Nacional del Deporte, junto a los otros cuatro presidentes que conformábamos el Comité Paralímpico Español, y desde entonces solo he estrechado la regia mano tres veces en tres años seguidos.

Se perfectamente, y lo doy por hecho, que nuestro rey no me recuerda porque, entre otras cosas, han pasado muchos años y el monarca ha estrechado millones de manos como para recordar a quienes no suelen frecuentar asiduamente su entorno.
Hoy en día ambos dos, el rey Juan Carlos y yo, andamos con la pierna izquierda un poco pocha pero en mi caso es por culpa de un accidente de tráfico.
Lo de nuestro rey es más bien achaques de la ancianidad, no hay por qué negarlo ni ofenderse.
No sé por qué los líderes ancianos siguen aferrados al poder cuando no están, ni mucho menos, en condiciones de seguir gobernando.
No es que chocheen, con la excepción de Gadafi, sino que el cuerpo ya no aguanta más un tren de vida reservado a gente más joven.
Ver a nuestro rey con los zapatos de Frankestein no es la mejor estampa publicitaria que se pueda ofrecer, mucho menos que aparezca en los medios de comunicación con muletas y cuando pretende aparecer sin ellas… tropezón al canto.
Lo malo de todo ello es que después de ser operado, tenga que serlo otra vez y así seguirá pasando como una reedición de quién no quiero acordarme.
Mi opinión, personal e intransferible, está basada en que en un Estado de Derecho todo el mundo tiene el mismo derecho y el mismo deber que cumplir.
Juan Carlos ya ha cumplido, con creces, su misión de ser el rey de España. Tal vez uno de los escasos reyes, a lo largo de la historia del país, que ha tenido agallas suficientes para aguantar una presión enloquecedora cuando tomó partido por la democracia. Esto no lo puedo negar y le estoy eternamente agradecido. No en vano participé, como observador, en su excelsa actuación desde el Gobierno Militar de Barcelona.
Por eso ya es hora de que pase el cetro, imaginario porque nunca lo he visto en sus regias manos, a su heredero y tome el partido de los jubilados viajando, no ya con el IMSERSO, en su yate Fortuna. Si es que lo sigue teniendo.
Como será de suponer, la próxima operación de su talón de Aquiles conllevará un largo proceso de rehabilitación y la agravación de su tendinitis no es otra cosa que los derivados de la ancianidad y ello haría aconsejable ceder.
Bueno, ya he escrito lo que tenía que escribir.
Pasemos a otra cosa.
Estamos presenciando un cambio casi radical en la esfera política del país, tirando con la máquina del tiempo para atrás, con la aparición en escena de las imitadoras de Ángela Merkel.
Aguirre, de la Comunidad de Madrid, y de Cospedal, de la Comunidad de Castilla-La Mancha quieren ser, en competencia, la Merkel española con sus recortes sociales. Menos mal que Juan Vivas sigue siendo Juan Vivas.
Mientras Bárcenas exhala sonoramente su aliento al ver archivada su participación, el alcalde de Horcajo de Santiago (Cuenca), Pedro J. Martínez, pretende revolver la Memoria Histórica con la recuperación de una calle para José Antonio Primo de Rivera y en Málaga la extrema derecha agrede a gente de izquierdas en intentos de regresión de la democracia española.
Todo eso con la agravante de la Diputación de Granada, cuyo presidente, Sebastián Pérez (PP), contradice a de Cospedal y utiliza la corporación como su cortijo particular contratando personal afín, con lo que demuestra la doble faz del partido conservador, y que aplica lo contrario de las medidas que pregona.
En fin. La vida sigue, yo también y el bolsillo continúa resentido.

Publicado en:
"El Pueblo de Ceuta"
"Diario Sur", de Málaga
"Qué", de Barcelona
"Opinión Digital", de Madrid
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