Las Notas del Quim - Opinión
Por Quim Sarria Lara
Buen día, gente.
Ya saben ustedes, queridos e hipotéticos lectores, que suelo ofrecer opiniones sobre cualquier cosa que llame la atención, tanto por su importancia como por la desfachatez que se hace patente en cierto tipo de informaciones.
Hoy toca escribir sobre los 200 inmigrantes (cantidad no confirmada, por supuesto) que cruzaron la frontera de este país con Marruecos por el paso del Tarajal de Ceuta.
Expreso en primer lugar mi desazón por la actuación de quién tenía un buen concepto de entender la política, me refiero al delegado del Gobierno en Ceuta, Nicolás Fernández Cucurull.
Yo creo, firmemente, que antes de propagar en los medios de comunicación y de información sobre actuaciones o actitudes de ciudadanos, sean o no inmigrantes, habría que estar severamente informado y contrastar debidamente, cosa que no ha hecho el delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull (PP) en relación al caso del paso de inmigrantes.
He pasado muchas de veces por esa frontera, regresando alguna que otra vez a altas horas de la noche y siempre me he encontrado con nadie en la parte correspondiente de Marruecos… ¡ni un solo gendarme!, y esa anomalía debían conocerla, de alguna manera, los inmigrantes.
Nicolás Fernández Cucurull, tus declaraciones sobre el caso de la entrada masiva de inmigrantes en Ceuta, han significado un jarro de agua fría en mi ya escasa confianza hacía políticos del PP, de la derecha en definitiva.
Todos hemos visto el vídeo de sus propias cámaras de seguridad, en la creencia que la responsabilidad de ese paso fronterizo sea tuya, todo lo contrario, totalmente, a lo que han declarado tanto el delegado como la Policía.
Supongo que el control de inmigrantes, que tienen ansías por cruzar la frontera ya sea por las vallas o por el puesto fronterizo, corresponde a la Guardia Civil y no se entiende que ante la presencia de numerosos inmigrantes al otro lado de la frontera, precisamente en el puesto del Tarajal y a esas horas, no se haya dado la voz de alarma.
La policía, pocos en ese momento, no podía hacer nada, realmente, ante semejante avalancha y la actuación de algunos daban verdadera pena… tratar de detener a unos ‘corredores’ de los 100 metros lisos a pase de porras o zancadillas solo se interpreta con que deteniendo a uno solo de ellos se pretende detener a todos.
Lo de la zancadilla es de risa, sabiendo cómo deben saber que a un corredor imitador de Usain Bolt no se le puede detener poniendo el pie sin riesgo de lesionarse uno mismo, más aún si el inmigrante está en los huesos y con unos nervios tan vivos por la esperanza que se abría ante ellos de ver la tierra prometida a dos pasos.
Si tenemos en cuenta la desesperación de los inmigrantes atesorada durante tantísimo tiempo y el sufrimiento que han tenido desde que salieron de sus países de origen… ¿Cómo pensaban los policías detener semejante avalancha?
Tu declaración, Nicolás Fernández Cucurull, de que “… las lesiones de los tres policías heridos se deben a la actitud violenta de los inmigrantes, que impidieron el cierre del vallado y arrollaron a los agentes" es tan ridícula como ninguna otra y te retrata fielmente al mismo nivel de quienes juegan con los ciudadanos aparentando ser sincero, como vienen haciendo tus compañeros del PP nacional respecto a varios asuntos. Las pruebas mostradas con el vídeo dejan en evidencia esas mentiras.
En segundo lugar: mi confianza hacía las fuerzas de seguridad están empezando a minarse, a juzgar por la interpretación que hacen de ese suceso al declarar de manera oficial que “… el agente fue arrollado por los inmigrantes en su intento de contener la entrada y sufrió una caída en la que se fracturó la tibia y el peroné”. Es de risa a juzgar por lo que vemos en el vídeo, porque la realidad es muy otra y solo trató de detener a uno o dos inmigrantes poniéndole la zancadilla, ya que en el vídeo no se aprecia ninguna actitud violenta por parte de los inmigrantes, que se limitaban a correr en pos de su ilusión esquivando a los policías como en un partido de rugby.
En fin, la vida sigue y yo también, bastante mojado con ese jarro de agua fría.
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