Las Notas del Quim - Opinión
Buen día, gente.
Llevamos, por aquí, dos días con fuerte Levante que da oportunidad
al mar para mostrar todo su furor, traducido en oleajes terribles que impiden
el contacto entre África y Europa por mar.
Un mar que produce momentos de pánicos, aunque no se trata
del mar de Alborán sino del Mar del Norte, cerca de las costas de Noruega,
donde un transatlántico sufrió averías y quedó a merced del oleaje, con el
peligro de que lo estrellara contra los escarpados costeros.
Bueno, os quiero comunicar, queridos e hipotéticos lectores,
que a partir de hoy escribiré mis artículos de opinión y reportajes solamente los
fines de semana, sábado o domingo, o sea uno a la semana porque ya es hora de
que mis células grises descansen algo más. Bastante estrujadas están de tanto
pensar en cómo traducir al lenguaje escrito mi opinión, pensamiento y mis
suposiciones.
El próximo día 28 de marzo, se cumple el 76 aniversario de
la muerte del gran poeta Miguel
Hernández Gilabert (1910-1942), por lo que transcribo el rebato de Pablo
Neruda:
“Recordar a Miguel
Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber
de España, un deber de amor.
Pocos poetas tan
generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará
algún día entre los azahares de su dormida tierra.
No tenía Miguel la luz
cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de
tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando.
Con esta materia dura
como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el
hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y
siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio,
enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de
recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria
terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”
En abril de 1939, recién concluida la guerra, se había
terminado de imprimir en Valencia «El
hombre acecha». Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista
presidida por el filólogo Joaquín de
Entrambasaguas, ordenó la destrucción completa de la edición.
Su gran amigo Cossío se ofreció a acoger al poeta en
Tudanca, pero este decidió volver a Orihuela. Pero en Orihuela corría mucho
riesgo, por lo que decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención
de cruzar la frontera de Portugal por Huelva. La policía de Salazar, dictador
fascista de Portugal, lo entregó a la Guardia Civil.
En la prisión de la plaza del Conde de Toreno, en Madrid,
fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940.
Luego fue trasladado al reformatorio de Adultos de Alicante.
Padeció primero bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis.
Falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del
28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad…, simplemente por expresar su
pensamiento a través de la poesía.
Con esto quiero rendir homenaje a todas las víctimas del
franquismo y a sus familiares, insistiendo en que siga adelante la Ley de la
Memoria Histórica y despreciando a aquellos que quieren derogarla por un
imaginario cúmulo de disparates franquistas.
Todos los políticos de derechas, con tendencias franquistas
como Casado, Rivera y Abascal, siguen insistiendo en que no hay igualdad en esa
ley y quieren cambiarla por una “ley de la Concordia”.
¿De qué concordia hablan?, ellos, los post-franquistas, ya
dispusieron de su oportunidad en tiempos del antiguo régimen: recuperaron los
cadáveres de sus allegados y les dieron digna sepultura mientras que los llamados
“rojos” por ellos, los tiraron en las cunetas sin dar oportunidad a sus
familias. Aquí está la enorme diferencia contractual.
El trifachita (PP, C’S y el supuesto diccionario) tiene una
enorme contradicción que los puede destruir: es un populismo de derechas con un
lema que se traduce “… en el futuro, lo nuestro se reducirá a una discusión
etimológica”… busquen las razones de lo que opino en los discursos de sus
líderes.
En fin, la vida sigue y yo también…
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