Se realizaron sendas elecciones
en comunidades tan dispares como Galicia y Euskadi con los resultados previstos
de antemano, como casi todo el mundo “adivinó”.
Los socialistas ven, por fin, que
el pueblo les castiga por su mojigatería cuando tienen el poder en sus manos y
no saben qué hacer.
La euforia de los peperos -decir
que lo que es bueno para Galicia es bueno para España es mucho decir- solo está
en el papel.
Realmente me parece una exageración
de estrategia, muy bien estudiada, todo lo referente a la victoria del PP en
Galicia.
Todos sabemos que los gallegos
siguen anclados en un concepto social arcaico que está muy bien, más que bien,
retratado en esa fabulosa trilogía de Gonzalo Torrente Ballester y la situación
social, excepto en algunos puntos, siguen siendo literalmente la misma que en
la época descrita por el escritor ferrolano.
No podía ser de otra manera.
Sin embargo, los ‘gritos’ de
euforia que sueltan los peperos no son otra cosa que tratar de aumentar la
cortina de humo que están colocando ante las elecciones vascas y con ello
desviar la atención del pueblo sobre el descenso de votos, igual que los
socialistas, en estas elecciones donde salen reforzados los partidos soberanistas.
Bildu es un ejemplo de lo que
temen los partidos ‘nacionales’ (PP y PSOE) para impedir que les quiten votos
y/o poder, intentando a la desesperada que se ilegalizaran, a través de los
tribunales, estos partidos ‘abertzales’ que tienen todo el derecho del mundo a
participar en una elecciones, mucho más cuando son tachadas de democráticas.
Acusaciones tan peregrinas,
gracias a esa Ley antiterrorista, contra partidos fundados por personas, que
están libres y en la calle, hicieron posible la ilegalización de partidos que
hoy en día están ahí, con distintos nombres, y demuestran que la mayoría de la gente
les apoyan.
Ignoro qué entienden por
democracia esta gente.
Si un país está formado por
autonomías, lo lógico, sensato y realmente democrático es que los habitantes de
cada autonomía decidan a quienes elegir, siempre a nivel autonómico, y no
deberían permitir que se inmiscuyan partidos y/o políticos que no tienen nada
que ver con el proceso electoral propio de la autonomía y sin que sus
resultados sean brújulas orientativas de unas elecciones generales.
Pero en este país estamos
condenados a ser gobernados por oligarcas, que no dudan en utilizar a las
fuerzas de seguridad del Estado contra la ciudadanía al menor conato de
manifestación.
Como vulgares reyezuelos con
séquito de guardaespaldas pagado por el pueblo.
Más bien parecemos un país
cualquiera del continente centro-sudamericano que un auténtico país europeo.
En mi casa, para tomar cualquier
decisión importante, solemos votar individualmente y cuyo resultado es el que
decide definitivamente. Somos así, al menos en mi familia, y el porcentaje de
votos suele ser el pleno al 100%. No existe la abstención. Votamos aún con
votantes menores de edad incluidos.
En mi casa no utilizamos el poder
del dinero ni el machismo, ni siquiera exacerbado, para decidir cualquier cosa
que influya en los demás miembros.
Por eso estoy sumamente contento
con la República Independiente de mi Can Quim. Ni siquiera Rajoy puede mandarnos en
las decisiones que tomamos.
En la República Independiente de
mi Can Quim existe una separación absoluta entre Estado e Iglesia y ello conlleva
que, ésta última, no pueda apropiarse de bienes terrenales para inmatricularlos
gratuitamente merced al derroche de bienes espirituales que acojonan al pueblo
llano.
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario