jueves, 11 de enero de 2018

LOS TIEMPOS CAMBIAN ¿O NO?

Las Notas  del Quim - OPINIÓN

Buena noche, gente.
Como ya os explicaba en el artículo anterior, sigo mareado con esta meteorología cachonda y bromista. Anoche amenazaba tormenta, con lluvia y fuerte viento… ¡ja!, día soleado y viento suave del oeste con soplos asmáticos es lo que deja hoy, para que mi inquieto espíritu repose tranquilo y asuma la realidad de que estamos en la Costa del Sol.
Hoy no he querido seguir los telediarios ni los debates ni opiniones de gente que se creen dioses y que no son más que barrigas agradecidas porque preveo siempre lo que van a decir u opinar. Son como libros abiertos, muy usados y releídos muchas veces, sobre todo en las cadenas defensoras de la ultraderecha como son la TVE y Antena 3, esta última con una presentadora que solo busca las cosquillas a la izquierda o a quienes actúan verdaderamente como demócratas.
He preferido descansar de las vicisitudes de la vida, ordenando la contabilidad y, a veces, ejerciendo el papel de ama de casa… ¿qué? ¿no puedo decirlo?, no hay de qué avergonzarse, hoy en día los hombres estamos perfectamente preparados para hacer las funciones de ama de casa, esté o no esté la mujer presente y, muchas veces, me encuentro a gusto haciendo el trabajo que en otros tiempos era exclusivo de la mujer y tal como titulo este artículo, los tiempos cambian ¿o no?
Salgo a la terraza para recibir los rayos de sol, que en algunos momentos son beneficiosos, y observar el entorno urbano que rodea mi vivienda. Por el este, el que da al horizonte del mar, veo unas suaves nubes en lontananza, que pronto son barridas por el viento que, imagino, sopla con mas fuerza por el extremo africano del mar de Alborán proveniente del estrecho de Gibraltar, a unos cien kilómetros a mi derecha. Esta visión me recuerda a aquella otra que solía observar desde las ventanas de la cocina de mi casa natal, allá en Ceuta, y desde donde divisaba el peñón de Gibraltar y los cientos de buques que cruzaban el estrecho, mientras mi abuela paterna me preparaba el habitual tazón de leche, auténtica leche y no las de ahora demasiado industrializadas, donde pronto echaría un puñado de trozos de pan del día anterior con lo que reforzaba mi vitalidad antes de dirigirme a la escuela.
He de aclarar que la ubicación de mi casa es un poco distinta, culpa de ello la tiene la ciudad cuyo frente marítimo mira al este, igual que la terraza, aunque ésta tiene sus vistas dirigidas al este y al sur, quedando el oeste y el norte en la otra terraza, ésta cubierta por mamparas de cristal, con lo que explico que mi casa da a tres fachadas. Todos los días al levantarme observo la salida del sol, contemplándola con deleite, y a veces el sol suele estar tapado por unas grises nubes que cubren el cielo de las costas africanas, allá en lontananza, y luego, al paso de los minutos, hace su aparición en una explosión tremenda de luz. Lo que dificulta mirar al dios Helios cara a cara.
Mientras me tomo el café con leche que yo mismo he preparado, después de haber servido el habitual vaso de leche a mi hijo Eloy y prepararle el bocata que se lleva al Instituto, mi mente recorre el horizonte y medita en esas nuevas tecnologías de hoy en día y la de gente que voy conociendo de manera virtual.
Tengo miles de amigos, desperdigados por todo el orbe, y con quienes apenas tengo contacto como no sea a través de las redes sociales que hoy imperan en todo ese mismo orbe. También tengo amigos virtuales, a los que no conozco personalmente, salvo por fotos que ellos mismos suben a la red (os recuerdo que cuando defino en masculino es en realidad neutro, no voy a estar repitiendo masculino/femenino a cada momento, ¿está claro?) y muchas veces me siento orgulloso de contar con esas amistades virtuales y de personas a las que les encantan mis escritos y eso me da fuerzas para continuar escribiendo, aunque sean tonterías de un viejo caminando por el último tramo de su vida.
Acabo de visualizar el partido del Barça contra el Celta de Vigo. Una apabullante victoria azulgrana que me deja indiferente… ¿por qué?, porque ya tenía en mente esa victoria, aunque no esperaba esa goleada, y sabía que resultaría casi imposible que el equipo catalán quedara apeado de la Copa a pesar de que no minusvaloro al equipo gallego, nunca lo hago con cualquier equipo.
He servido de cena tortilla de patatas con croquetas de jamón para los dos, la perrita ‘Santa’ ya dispone de su ‘banquete’ todos los días, pero mi hijo Eloy prefiere una hamburguesa como todas las noches… no discuto ni impongo el mandato padre, pero le digo que se la haga él mismo. Dicho y hecho se pone manos a la obra y saca una hamburguesa que nada tiene que envidiar a las del McDonald ni del Burger King.
Sacamos a pasear a la perrita, es una condición indispensable por tenerla, pero al minuto le digo a mi hijo que siga el solo… mi pierna no me deja otra opción.
Actores de la serie "CSI Las Vegas"
Escribo este artículo sentado en el sofá, con el portátil sobre mis rodillas y viendo a la vez en la TV una película que trata sobre el tráfico humano de mujeres… me da asco observar algunas escenas de abusos con niñas, adolescentes y chicas jóvenes, a pesar de que adivino su final cuando hay un actor que se llama Dolph Lundgren y las matanzas de ‘malos’ son continuas, por lo que cambio de canal porque si no, me presento voluntario para acabar con esa lacra de mercaderes de personas para usos sexuales de depravados.
Pero ya me cansa tantas series donde aparecen muertos y muertos y donde el protagonismo recae en policías con licencia para matar; inspectores CSI que todo lo resuelven con un simple ADN descubierto en un escupitajo; ex militares metidos a detectives que siempre salen victoriosos en escenarios maravillosos donde siempre están bellísimas mujeres en escuetos bikinis… que me hace recordar aquel viaje que hice a California, visitando en Los Ángeles la playa de Malibú, creyendo encontrar esas bellezas que siempre aparecen en las pantallas de películas o series rodadas en la misma… la realidad se presentó en toda su crudeza: playas rebosantes de familias con niños y señoras entradas en años y en carnes, de las bellezas que tanto aparecen en las películas o en las series de TV no las he visto ni un pelo.
Bueno, es hora de irme a la cama porque ya son las dos y media de la madrugada. Suele ocurrirme muchas veces lo de quedarme escribiendo hasta tan tarde, pero como duermo pocas horas, que recupero con las siestas, no hay mal que por bien no venga.
En fin, la vida sigue y yo también, considerando en serio que los tiempos cambian… ¿o no?

Fuengirola, a 11 de enero de 2018



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