Las Notas del Quim - OPINIÓN
Buen día, gente.
Acabo de levantarme con un leve y prolongado zumbido en los oídos, se
que es cosa del cerebro porque nadie más lo oye ni siquiera ‘Santa’, que está
durmiendo en su camita al lado. Ni mi hijo pequeño, que duerme profundamente
tras estar jugando a yo que sé con la PS-4.
Me meto en la ducha como acostumbro, pero esta vez el agua viene fría,
terriblemente fría. Me enrollo en la toalla y voy hacía la cocina, donde está
el calentador para ver qué pasa… es la llave que está cerrada y no recuerdo si
la cerré o fue mi hijo.
Vuelvo a la ducha y ahora el agua sí sale caliente. Al secarme noto
cierta corriente de aire fresco y corro a vestirme antes de pillar un resfriado
por culpa de ese aire.
Cuando trato de salir a la terraza, mientras el café se hace, noto que
los árboles que existen en el entorno de mi casa se mueven con inusitada
fiereza. Sorprendido salgo pero al segundo me vuelvo a meter… una fuerte
ventisca está azotando toda la ciudad, la salida del sol es opaca, tapizado el
cielo por oscuras nubes que sueltan su masa líquida y que viajan con el fuerte
Levante que sopla en esos momentos.
Mi hijo acaba de levantarse, se acerca a la cocina y me pregunta que es
ese ruido tan fuerte que lo ha despertado. Miro hacia la puerta que da a la
terraza de nuevo, cojo el chaquetón que utilizo para salir con la moto y me
meto en la terraza… El espectáculo que se ofrece ante mis ojos es para que el
desconcierto sea mayor: todo ha volado, literalmente, desde las sillas que
rodean la mesa del extremo izquierdo hasta la gran mesa de hierro y cristal del
centro de la terraza (los sillones están guardados en otro lugar); la gran
maceta del cactus áloe se encuentra derribada en la esquina de la derecha y su
contenido desparramado por el piso, los platos de cerámica y barro, recuerdo de
las poblaciones que he visitado en mis viajes, yacen en el suelo completamente
rotos en pedacitos pequeños; la cesta de las pinzas de tender la ropa ha
desaparecido y las ropas que tendí la víspera en el tendedero portátil se
encuentran pegadas a la barandilla de la esquina derecha…
El viento me empuja con bastante fuerza, pero no tengo más remedio que
seguir fuera tratando de salvaguardar los muebles desperdigados… la mesa de
cristal y hierro está tumbada en un extremo de la otra terraza, que forma una
L, por suerte no tiene roto el cristal, que es bastante grueso. La empujo, a
riesgo de que me lleve volando como una vela naval, hasta meterla en el
departamento construido hace poco y que resiste bastante, así como el tendedero
con las ropas que por milagro no han salido volando y las sillas que rodeaban
la mesa de la izquierda que estaban colgando por sus patas fuera de la terraza.
Hago un esfuerzo y recojo la tierra y planta de la gran maceta, la llevo
al extremo norte y la relleno colocando el cactus más o menos como estaba. De
la cesta de pinzas ni idea dónde habrá ido a parar, así como de la paleta de
recoger basura, dos escobas y dos fregonas que desaparecen como arte de magia.
El cubo está encajado en el soporte de herramientas con un pequeño desperfecto…
No voy a relatar una larga secuencia que este viento ha producido, que
ha soplado a 94 km/h, ya que hay cientos de casos peores que el mío en la
provincia, según el informativo, como una mujer ha sido arrastrada contra una
farola quedando gravemente herida, está en la UCI del hospital de Málaga y
bastantes coches destrozado por la caída de árboles, entre otras muchas más
incidencias.
'Santa' aterrada mira la cámara |
Es la primera vez que observo este fenómeno tempestuoso en los cinco
años que llevo viviendo aquí. Y desde la ventana de la terraza, mientras
llueve, diviso el mar de Alborán bastante agitado, con olas a lo largo y ancho
y que rompen en la orilla con rabiosa fuerza levantando olas que ignoro cuánto
medirán y que de seguro volverán a tragarse la arena de las playas.
Son las cinco de la tarde, acaba de salir el sol y el viento ruge, pero
mucho menos que por la mañana, ya puedo salir sin problemas a la terraza pero
en seguida se me quitan las ganas de limpiarla, primero porque está casi
inundada porque los desagües están taponados por la tierra de las macetas y
además esta misma tierra ha formado una especie de fango en gran parte de la
misma. Lo dejo para mañana lunes.
En fin, la vida sigue y yo también, esperando que este sea el último
temporal antes de que me vaya definitivamente.
Fuengirola, 28 de enero de 2018
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