sábado, 16 de julio de 2011

SAN AMARO Y OTRAS COSAS

Las Notas del Quim - Opinión

Estoy en la playa bañándome en las aguas del Mediterráneo que también baña las playas de Ceuta a mil kilómetros de distancia, más que menos.
Hará unos cuarenta y siete años que me bañé por última vez en la pedregosa playa de San Amaro, a la que accedíamos a través de un ‘boquete’ en un muro antiquísimo.


El recuerdo que me trae aquellos tiempos solo queda plasmado en las frías, pero limpísimas, aguas de la pequeña playa cercana a la rompiente del muelle de Alfau.
Este recuerdo me viene al enterarme que Juan Vivas quiere recuperarla, junto con la de Santa Catalina, para que sean unas auténticas playas y no unos oscuros lugares como zona de baño de gente sin recursos y vecinos de la zona y a donde los Guardias Civiles, que tenían la caserna cerquita, nunca iban porque tenían mejores perspectivas en la de Benítez, con sus casetas y demás..
¿Santa Catalina?, no recuerdo haberme bañado en esa playa. Si recuerdo que iba a pescar con mis hermanos y mis primos subidos en enormes bloques de rocas sedimentarias, esculpidas por las aguas del Estrecho, cercanas a la carretera que conduce al cementerio.
Con el anuncio de Juan Vivas… ¿va a llenar de arena esas playas?, aquí, en Catalunya, es costumbre que cada verano los Ayuntamientos adecenten sus playas con recargas de arena.
Es un esfuerzo costoso, conlleva la contratación de barcos-bombas específicos más la mano de obra necesaria para la expansión, el extraer arena de fondos marinos y bombearla a la playa de referencia.
Esta actuación la hacen cada año, con la indudable sangría económica, cuando en realidad no haría falta si hubieran colocado cortaolas o escolleras (esculleres en catalán) que protejan las costas de la acción de las olas marinas.
Aún, hoy en día, se siguen bombeando arenas en playas importantes de la costa catalana, sobre todo en la Costa Brava, que resultan vaciadas de arena por culpa de los tremendos temporales que ocurren cada invierno.
Cambiando de tema, de ahí lo de ‘otras cosas’ del título, vamos por el problema de la inmigración.
La invasión de subsaharianos, propiciada en gran medida por la desidia de Marruecos, preocupa bastante. Tanto que han llevado al Gobierno a instar a Marruecos que la frene.
Pero, lo que son las cosas, lo hacen de manera tan discreta que pasa desapercibido este mínimo interés gubernamental sobre la ‘invasión’.
Los 179 inmigrantes, desde junio, que han llegado a Ceuta significa una cota que no se puede permitir de ninguna manera. Aunque lo hacen por nuestras playas, no deja de preocuparnos si repiten lo que hicieron en el año 2005 (el asalto a las vallas fronterizas).
Ceuta tiene ya bastantes problemas políticos relacionados con las intenciones marroquíes para que ahora tenga que soportar otra faceta de una invasión pacífica de gente cuyos países no consiguen desterrar el panfleto “Diez millones de africanos están en riesgo de morir de hambre”.
No queramos convertir Ceuta en el campo de Daddah (Kenia) que está completamente desbordado. Urge se tomen medidas muy concretas y contundentes para evitar esto.

De hecho me he quedado sorprendido, a pesar de que sabía del tema, ver con mis propios ojos el número de inmigrantes que residen en Mataró, la ciudad donde resido actualmente, y que están haciendo cola en la comisaría cercana a mi casa para renovar la documentación.
Las colas se forman a partir de las veintiuna horas y una de las razones para eso es que necesitan renovar el NIE antes de retornar a sus países de origen, por las vacaciones, para evitar que les caduquen.
Otra razón es la solicitud de certificado de residencia con el que seguirán viviendo en casas de alquiler sufragadas por la Generalitat. Mientras los españoles desahuciados por las hipotecas… a la calle.
En fin. La vida sigue, yo también.

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