martes, 30 de agosto de 2011

LAS PRUEBAS

Buenos días, Ceuta.
Nos vamos recuperando lentamente, mi cuñada y yo, de las lesiones ocasionadas por la imprudencia de otras personas. Las mías por culpa de un autocar que no respetó el ‘stop’ y me mandó al duro asfalto pedregoso de la rotonda, destrozando parte de la moto. Las de mi cuñada por culpa de una curva cerrada, tan cerrada que la hizo tropezar con el bordillo al cruzársele una persona por sitio indebido y ¡cataplum! al suelo con su pequeño ciclomotor.
Menos mal que la policía local estaba allí y sacaron pruebas concluyentes.
Bueno, de estos incidentes –accidentes- sacamos serias conclusiones… de los médicos que nos cuidaron.
Quisieron probar nuevas medicinas, advirtiéndolo previamente, que curaban rápidamente las heridas. Obviamente, me negué rotundamente y pedí me curaran con el estilo habitual.

No era para menos si leemos ahora las noticias que producen fuertes temblores del cuerpo, traducidos en escalofríos sublimes.
La noticia del descubrimiento de un grupo de científicos estadounidenses que realizaron pruebas en Guatemala, viene a darme la razón cuando escribí sobre el sida y otras enfermedades mortales en uno de mis artículos publicado años atrás.
Hacer pruebas con personas para encontrar soluciones a sus problemas sanitarios debe y debería ser considerado como un crimen de lesa humanidad.
La frialdad de los científicos viene retratada, claramente, en la serie televisiva ‘Bones’, en la persona de la doctora Brennan “Huesos”, aunque sea antropóloga. La falta de sentimientos los convierten en perfectas imágenes a semejanza del doctor Mengele.
Infectar a miles de personas con la sífilis y la gonorrea, como hicieron en Guatemala, es exactamente lo mismo que hicieron con el VIH en poblaciones africanas. Lo afirmo y lo ratifico.
Tanto el sida como las nuevas enfermedades mortales son inventos de la mente humana, no son castigo de las manos divinas porque estas no existen ni existieron jamás.
La inoculación intencional de virus, con el único fin de sacar fortunas posteriormente con la venta de remedios, debe estar totalmente prohibida o perseguida más bien.
La mente estadounidense va unida, realmente, a las ideas que promueven la meca del cine desde Hollywood.
Los lagartos televisivos, que representan a los invasores del planeta, atrapando a humanos para hacer experimentos en sus naves… ya tienen rostros en la realidad: los científicos que juegan con la carne y la sangre humana como si tal cosa.
Lo malo, lo risible, lo ridículo de todo esto es que ahora el gobierno de los EE.UU pretendan sacarse el muerto, o los miles de muertos, de encima asegurando que aquellos científicos trabajaron fuera de la ley.
Mentira, gorda mentira. Más cuando lo hace en un país extranjero (Guatemala) llevando los materiales necesarios para las pruebas… ¿por qué no lo hicieron en su propio país?, porque el propio gobierno estadounidense lo prohibió y sí permitió que lo hicieran con unos pobres guatemaltecos que no entendían el inglés norteamericano ni conocían la sífilis ni la gonorrea.
El afán de las grandes industrias farmacéuticas, por conseguir niveles de beneficios muy grandes, viene traducido en la creación de nuevas enfermedades con las que seguir ganando dinero a costa de ir perdiendo vidas temporalmente. Mientras realizan sus experimentos.
La ética del Código de Hipócrates lo dice todo.
Yo mismo casi viví una experiencia así.
Por suerte mi padre, mi formidable y magnífico padre, no aceptó someterme a ciertas pruebas. Tenía yo dos años y entonces era famoso el doctor Antoli-Candela.
En fin. La vida sigue, yo también.

Publicado en:
"El Pueblo de Ceuta"
"Diario Sur", de Málaga
"Qué", de Barcelona
"Opinión Digital", de Madrid

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