El Blog del Quim
Quim Sarriá
Viernes 27 de julio. El día
amanece gris y las vistas desde las tres terrazas ofrecen el mismo panorama: un
manto de grises nubes cubre toda la ciudad y más allá. No el más allá
espiritual sino el terráqueo.
Siento una gran paz por no
encender el PC principal y usar el portátil, cómodamente tumbado en la terraza
que da a la calle principal y con un vasito de Jack Daniel’s al alcance de la
mano, con la difusa luz diurna permitiéndome visualizar la pantalla con más
facilidad, no como otras veces, en que he tenido que abandonar la terraza
porque la fuerte iluminación natural me impedía ver la pantalla del portátil.
No salimos a ningún sitio. Estas
vacaciones las pasaremos en casa debido a que la situación general no lo aconseja,
entre compromisos con sanidad; recortes económicos en la familia; subida de
precios imposible de igualar con los ingresos que se obtienen; perspectiva
grisácea, como el tiempo, por culpa del IVA que aumentará, en septiembre, los
gastos del colegio de mi hijo pequeño…
No sigo para no desanimar a mis
hipotéticos y queridos lectores. Tan gris panorama ya es aceptado por la familia
porque, como compensación, tenemos la playa a trescientos metros, la montaña a cuatrocientos,
los parques infantiles a cincuenta metros y los comercios básicos a tres
metros.
Escribiendo de comercios básicos,
en la calle donde se ubica mi vivienda, hace tiempo que muchos de ellos han
desaparecido aunque siguen los más importantes: dos grandes centros comerciales
a la vuelta de la esquina (aunque en locales pequeños y los nombres no los doy
porque no me pagan la publicidad); dos panaderías en ambos lados de la puerta
de acceso a mi vivienda; dos fruterías, una al lado, regentada por chinos
(vecinos puerta con puerta) y la otra enfrente, regentada por moros; seis
bares, tres regidos por catalanes, uno por leoneses, uno por chinos y el último
por una asesina de señoras mayores que ahora está en la cárcel; cuatro
peluquerías (tres de señoras); una pescadería de pescados frescos que llena la
calle de fuerte aroma marino caducado; una droguería de gran distribución; una
papelería librería; una tienda de animales (que me trae por la calle del cabreo
cuando mi hijo insiste en comprar animales peligrosos); un centro sanitario privado
(donde me saco el carnet de conducir) y otro de la Seguridad Social (donde me recetan
medicinas que nunca tomo); una carnicería de fama regional; cuatro tiendas de
modas diversas; dos tiendas de chinos (las de todo a 1 euro); el colegio de mi
hijo pequeño; un parque donde suelen concentrarse los jóvenes del botellón; cuatro
oficinas bancarias; una tienda de motos y bicicletas; tres o cuatro clínicas dentales
(no acudo a ninguna de ellas); un centro de comunicaciones y móviles; tres o
cuatro médicos con consulta privada; cinco o seis abogados con bufete propio;
dos joyerías-relojerías; dos tiendas de calzados; una tienda de ortopedia y ayudas
técnicas a los discapacitados; una tienda de artículos de deportes; otras
muchas más… además pronto tendremos El Corte Inglés a cincuenta metros.
Como ven, no nos faltaría nada si
nuestro poder adquisitivo no sufriera merma por culpa de Rajoy.
Para colmo de desfachatez, por
parte del Gobierno pepero, han aumentado con nocturnidad y alevosía los peajes
de las dos autopistas que pasan por Mataró un 7,5%, al que se le sumará, en
septiembre, el aumento del IVA. Lo publican en el BOE sin previo aviso.
Aparte, la gasolina seguirá su
escalada hacía las nubes mientras el precio del petróleo desciende hasta el ras
del suelo. Malísimo asunto si agregamos que 1.737.600 familias enteras están en
el paro, que ya suma 5.693.100 parados.
Veremos que nos depara el próximo mes de agosto, a la
vuelta de la esquina, y veremos, asimismo, si podemos disfrutar de las
vacaciones sin encontrarnos telarañas en la caja fuerte o en la libreta de
ahorros.
En fin, mañana seguiré…
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