jueves, 17 de julio de 2014

PERDER A SERES QUERIDOS

Buenos días, gente.

Ayer, por el martes, quedé paralizado y aturdido por el fallecimiento repentino de un familiar muy querido.

Fue una parte muy importante de mi vida… lo seguirá siendo siempre en el recuerdo perenne hasta que ese Alguien sin sentimientos me lleve a su lado.
 
Cientos de miles de recuerdos vienen a mi mente, días pretéritos cargados de escenas que pasan por delante de mis ojos como una película de excelente fotografía

Llega el momento de hacer una pausa y considero lo que pudiera haber hecho por nuestros seres queridos, a menudo me siento agobiado con un sentimiento de culpa… Cosas que desearía haber hecho o dicho o cosas que quise hacer pero que se postergaron  y ahora ya no es posible…

Entonces es aquí donde los sentimientos de culpa se suman a los de pena y pérdida que ya sentía…
 
Por lo que cualquiera que haya sido mi falta, ignoro si me perdonara desde allá donde se encuentre, si se lo pido humildemente y luego, empezar a hablar, vivir y amar como quise haberlo hecho antes.

Hago un esfuerzo y trato de no pensar en el familiar que murió, en el vacío que dejó, y dentro de la nostalgia que me hiere es mejor que me prepare para el reencuentro con todos mis seres queridos que se fueron.

Si de momento me es difícil aceptar la ausencia de mi querida Antonia, mi querida Chiti, si existen misterios que me perturban y mi corazón sigue intranquilo y triste por la pérdida del ser querido, dirijo mis ojos hacia un futuro tan incierto y rezo una oración de esperanza en la victoria final.

Siempre hay alguien naciendo y alguien muriendo.

Entre los pensamientos que se arremolinan en mi mente en los momentos de pena… son ¿Por qué ella?... De entre tanta gente…

Nadie nos da respuesta, ni la Biblia las tiene… Solamente la voluntad es capaz de darme las respuestas y el consuelo que busco… Ese momento preciso es solo entre el destino que suele ser preciso y exacto y yo.

Acostumbramos a prepararnos con mucho tiempo de anticipación para el día de la llegada de un nuevo miembro de la familia… pero nunca para la partida de algún ser querido aún y cuando éste se encuentre enfermo, muchos menos si estaba sano.

Recuerdo, querida Antonia, querida Chiti, aquellos días en el estanco de la calle Real donde pasaba muchas horas con tu madre, mi querida madrina, y contigo, jugando entre cajas de cigarrillos y agarrándome a aquél enorme teléfono negro que colgaba al lado de la puerta de entrada.

Sigue viva en mi mente aquella primera vez en que me subí al coche de Pepe, tu novio entonces y marido después. Era uno de los primeros coches, de particulares, que aparecieron en Ceuta y con el que gozábamos, los primos, de las vueltas por las calles de aquella Ceuta inolvidable, aquella Ceuta que surgía vibrante y nueva.

Lejanos eran aquellos tiempos, verdad, pero que siguen vivos ahora y hoy como si estuviera viajando a través de un túnel del tiempo en el que el espacio se prolonga más allá de la razón.

Siento infinitamente no estar presente en tu despedida por causas ajenas a mi voluntad, pero… te siento aquí, te siento en un lugar del que es imposible erradicarte y, sinceramente, no solo tú sino todos aquellos que se ausentaron definitivamente y me dejaron solo ante el destino.

Te has ido dejando a tu magnífico marido, a Pepe, a José Pita Ruiz y a tus hijos e hijas, nietos y demás familiares, a los que acompaño en el sentimiento más profundo que un ser humano pudiera expresar.
 

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